domingo, 22 de noviembre de 2015

LA PRINCESA Y EL GUISANTE


Otra vez estaba hablando Estela con Alfonso de esta manera:
 ¾   Alfonso, como es la hora de tutoría, querría contarte lo que me ha pasado con Celeste. Como bien sabes, todos en clase hemos hecho un trabajo de investigación sobre la situación de las industrias en esta España maltratada por la crisis. Pues bien, Celeste y yo desarrollamos el tema del sector textil. Como el ordenador de su casa estaba estropeado, prometí ocuparme yo de la presentación final del trabajo. Al llegar el lunes a clase, y justo antes de presentar el trabajo, ella vio que la fuente usada para el título no era la misma que la utilizada para el resto del trabajo y se puso a llorar diciendo que ahora el trabajo no tenía un formato único y que eso era de pésimo gusto. Yo obviamente, me quedé horrorizada ante semejante reacción. Ella ahora dice que no puede confiar en mí y yo me siento fatal porque no entiendo semejante disgusto.
¾   Estela -dijo Alfonso-, para que encuentres consuelo y explicación a lo ocurrido, te convendría saber lo acontecido en un hermoso castillo tiempo atrás.  
Estela le pidió a su amable tutor que le contase cuanto antes esa historia que bien pudiera arrojar alguna luz a su problema.
¾   Estela -dijo Alfonso- presta atención a mi historia:
"Hace muchos, muchos años un príncipe deseaba encontrar una bella princesa de sangre real con la que casarse, pero al no ser fácil dar con una, volvió a su país muy afligido y derrotado.
Una noche, mientras penaba en su castillo, parecía que la naturaleza le deseaba acompañar en su desgracia. Una tremenda tormenta descargó litros de agua sobre el imponente castillo y sus aledaños. Los relámpagos iluminaron el cielo y los truenos resonaron dentro de las gruesas paredes del castillo como atronadores fantasmas del pasado. Entre todo este ruido pudo oírse, de forma milagrosa, a alguien llamar al portón del castillo: 
¾  ¡ Toc, toc, toc! 
   El soldado a cargo del portón, antes de poner en peligro la seguridad del castillo, preguntó: 
¾  ¿ Quién es? 
¾   Soy la princesa del reino de Safi - contestó una bella voz -, me he perdido en la oscuridad y no sé regresar a mi hogar. 
Al abrir el portón, su sorpresa fue inmensa ya que nunca había visto una joven tan hermosa y tan mojada. Su cuerpo temblaba por el frío que había llegado hasta sus huesos.
El soldado informó de la visita y fue el mismo rey el que se ocupó de llevar a la joven junto a un fuego encendido en una alcoba para que pudiera entrar en calor. La reina le entregó ropa seca poco después. Cuando la joven se hubo adecentado y recuperado un poco, bajó al gran salón donde se sirvió una suculenta cena que devolvió el brillo y la alegría a los ojos de la princesa. Sus modales en la mesa eran refinados en extremo pero la reina no se fiaba de que ello fuera reflejo de su sangre real.
  La reina, muy inteligente, urdió un plan para ver si la hermosa joven era de sangre real como ella misma afirmaba. Por la noche, antes de acompañar a la princesa a sus aposentos,  puso un guisante debajo de los múltiples colchones que había en la cama para ver si lo notaba.
¾   Este truco será perfecto para demostrar su delicadeza y su cuna real. - se dijo la reina satisfecha.
A la mañana siguiente, el príncipe preguntó:
¾   ¿Has pasado una buena noche en tus aposentos? 
¾   ¡No! ¡Ha sido espantoso! - respondió enojada -. No he podido dormir en toda la noche; el colchón tenía un bulto muy molesto y se me clavaba en la espalda.
¾   ¡Bravo! ¡Eres una verdadera princesa! ¡Sólo alguien de sangre azul, sensible y delicada, notaría un guisante bajo tantos colchones!
El príncipe pudo, al fin, desposar a una verdadera princesa y cumplir su sueño."
Estela -dijo Alfonso-, al igual que la princesa, en el instituto también hay compañeros extremadamente perfeccionistas que, por su manera de ser, no soportan el más mínimo fallo. Muchos de ellos fueron criados en un entorno muy exigente y se sienten heridos cuando las cosas no son como ellos quieren. Ellos deben aprender a trabajar en equipo y a no ser tan maniáticos pero tú, a tu vez, debes intentar comprender cómo se sienten. Creo que lo mejor será cambiar la página en donde figura el título por otra con la misma fuente usada para el resto del trabajo. Después de todo, yo soy tu profesor y comprendo la situación. Todavía queda tiempo de clase y si te acercas a Celeste, podrás hablar con ella y demostrarle que te preocupas por sus sentimientos. Yo hablaré con ella en otro momento para que comprenda que las cosas pueden hacerse de múltiples maneras y estar todas bien.
Estela pensó que el consejo de Alfonso era bueno, así que lo siguió y le fue bien.
La realidad cierta nunca será una, 
todo dependerá de las lecciones que la vida te reúna.