Amelia
alquiló un apartamento en Alicante donde alumbró a Alicia ayudada por Alberto
el anestesista. Allí se alojó y aumentó sus amigos.
Acostumbraba
a acudir a audiciones para actuar ante alumnos ansiosos por aprender arte
andaluz. Un anochecer, Alicia animó la actuación con sus atroces aullidos. Al
acabar la actuación, los asistentes abrazaron a la alucinante Amelia. Allí fue
alabada por el Alcalde alicantino y sus allegados del alma. Amelia asentía al
abrazar a aquellos alumnos tan amables y agradeció el aroma de amapolas que poco
antes la había acariciado el aliento.
En
abril, Arturo el alquimista alargó un anillo de azabache a su angélica Amelia.
Alicia apareció ante aquella algarabía y Amelia aceptó el ardoroso abrazo de
Arturo con asombroso amor.
Te felicito, Estela. Tu texto está trabajado, has logrado intruducir la A inicial siempre que has tenido ocasión, y has escrito una historia con sentido y muy bonita. Buen trabajo.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarEs muy original!! Y eso que con vocales es más difícil
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